Diálogos comunitarios: cómo las mujeres indígenas están derribando barreras y transformando la salud materna en Guatemala
Diálogos comunitarios: cómo las mujeres indígenas están derribando barreras y transformando la salud materna en Guatemala
La mayoría de las mujeres indígenas que viven en el altiplano occidental de Guatemala pueden preferir buscar atención prenatal (APN) con un comadrona, o partera tradicional, de acuerdo con sus creencias y costumbres. Pero cuando buscan obtener servicios de salud materna en un centro, como en el caso de una complicación del embarazo, recibir atención de calidad no es tarea fácil. “[Las mujeres de estas áreas] se enfrentan a muchas barreras para acceder a la atención médica en los establecimientos”, explica Aurora, enfermera en un puesto de salud de una aldea en el departamento de San Marcos de Guatemala. “A veces, caminan largas distancias hasta los puestos de salud y luego experimentan barreras idiomáticas y culturales cuando llegan allí”, dice. “No siempre están disponibles las medicinas o vitaminas adecuadas; si les dan una receta, no tienen dinero para comprarla. Todas estas son razones comunes por las que las mujeres no acuden regularmente a los servicios de atención prenatal”.
Estas barreras tienen impactos que amenazan la vida en los departamentos rurales de Quetzaltenango y San Marcos, donde la mayoría de las mujeres indígenas que enfrentan complicaciones durante el embarazo comienzan la atención prenatal demasiado tarde o no reciben atención continua durante sus embarazos. Casi la mitad de todos los nacimientos todavía tienen lugar en el hogar, atendidos por comadronas, en lugar de en los establecimientos de salud. En Guatemala, las mujeres indígenas mueren durante el embarazo y el parto a más del doble de la tasa nacional, y casi el 90% de estas muertes maternas ocurren por causas prevenibles y/o tratables.
Abordar estas barreras y aumentar el uso de los servicios de salud que salvan vidas comienza con la movilización y la participación de las comunidades para identificar sus necesidades de salud específicas y desarrollar estrategias locales específicas para mejorar su acceso a una atención de calidad. Para ello, Management Sciences for Health (MSH) está implementando una innovadora intervención participativa en Quetzaltenango y San Marcos a través de la Madres y Bebés Saludables en Guatemala proyecto, conocido localmente como Utz' Na'n.
En colaboración con el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) y el socio local PIES de Occidente, el Utz' Na'n proyecto desarrolló una versión adaptada del Metodología de Diálogos Comunitarios. El enfoque presenta cuatro fases: crear un espacio para debates consultivos liderados localmente para generar apropiación local, explorar la calidad de los servicios de salud existentes, identificar y cerrar las brechas en la atención y trabajar junto con los líderes de la comunidad para formular soluciones sostenibles para cerrar esas brechas en la atención médica. Desde que comenzó la intervención en septiembre de 2021, más de 400 personas, incluidas mujeres embarazadas, nuevas madres, suegras y abuelas, comadronas, trabajadores de la salud y líderes comunitarios de 12 comunidades en los dos departamentos participaron en la iniciativa a través de casi 50 grupos comunitarios.
Hasta ahora, los comentarios de los participantes han sido abrumadoramente positivos. Mariana, una mujer embarazada del municipio de Tejutla en San Marcos, se desempeña como secretaria del comité de mejoramiento de la calidad de su comunidad, el cual fue creado como parte del proceso de Diálogos Comunitarios. Ella recuerda cómo era buscar servicios de atención prenatal antes de que comenzaran los diálogos. “Antes los trabajadores de la salud no venían aquí a la comunidad a brindar servicios, entonces teníamos que ir al puesto de salud, que está lejos”, comparte. “Tuvimos que caminar una hora y media para llegar. A veces, llegábamos y la publicación estaba cerrada [debido a la falta de personal]. Fue muy difícil para nosotros, así que no íbamos muy a menudo”.
Para Mariana, los diálogos representaron la primera vez que ella, como mujer indígena, futura madre y miembro de la comunidad, se sintió invitada a abogar por su propia salud. “Las reuniones nos brindaron un espacio donde pudimos brindar información sobre la atención que queremos recibir en nuestra comunidad”, dice ella. “Aprendí mucho, y no solo sobre la importancia de acudir a nuestros controles prenatales para asegurarnos de que nuestros bebés nazcan sanos. También aprendí que tenemos derecho a recibir una atención de buena calidad”.
“Nuestro centro comunitario está arreglado y ya tiene equipo nuevo. Ahora, las mujeres embarazadas y las madres no tienen que caminar una hora y media hasta el puesto de salud municipal; pueden venir aquí para sus chequeos. Durante muchos años, luchamos para lograr esto sin ningún progreso. Gracias a estos diálogos lo logramos en cinco meses”.
Miguelina, participante de Diálogos Comunitarios en Tejutla, San Marcos
Miguelina, una abuela de 53 años de Tejutla, se desempeña como presidenta del comité de mejora de la calidad en el que está Mariana. “Estos diálogos les han enseñado a todos sobre la importancia de priorizar la salud en la comunidad, especialmente para las mujeres embarazadas”, dice Miguelina. “Es muy importante que reciban una atención completa y de calidad durante el embarazo, el parto y el puerperio, y aprendí que tengo un papel que desempeñar. Como abuelas, como suegras, podemos ayudar a animar a las mujeres embarazadas a que participen en estas reuniones y que vayan a sus chequeos regularmente”.
El proceso también ha sido transformador para los trabajadores de la salud como Aurora, quien es de Tejutla y participó en el mismo grupo de diálogos que Mariana y Miguelina. “Sobre todo, esta metodología ha ayudado a la comunidad a organizarse y trabajar en beneficio de su propia salud”, dice Aurora. Como enfermera, tiene un papel clave que desempeñar para cerrar la brecha entre el sistema de atención médica y las comunidades a las que pretende servir. “Estas reuniones nos ayudaron mucho, dándonos la oportunidad de identificar los desafíos comunes que enfrentamos, algo que nunca habíamos hecho o, francamente, ni siquiera considerado antes. Realmente han mejorado la comunicación entre los trabajadores de la salud y los líderes comunitarios”, reflexiona.
El fortalecimiento de estos vínculos entre la comunidad y el sistema de salud ha sido fundamental para mejorar el acceso a los servicios de salud en estas áreas, y los resultados han sido tangibles y significativos. Por ejemplo, a través de los diálogos, las comunidades desarrollaron y movilizaron recursos locales de las autoridades municipales para planes locales de mejora de la calidad para mejorar y reparar la infraestructura de los establecimientos de salud, incluida la creación de espacios privados de consulta para mujeres embarazadas, la rehabilitación de letrinas que no funcionan y la compra de nuevos equipos y suministros. —en el 80% de los centros de salud comunitarios participantes. Estas mejoras han contribuido a un aumento del 250% en la asistencia a las Utz' Na'n sesiones grupales de atención prenatal del proyecto, que ahora se pueden realizar en estos centros.
“A veces es increíble para nosotros ver lo que hemos logrado [a través de este proceso]”, comparte Miguelina. “Nuestro centro comunitario está arreglado, recién pintado y ya cuenta con equipo nuevo para atender a las mujeres embarazadas. Ahora, las mujeres embarazadas y las madres no tienen que caminar una hora y media hasta el puesto de salud municipal; pueden venir aquí para sus chequeos dos veces al mes. Durante muchos años, luchamos para lograr esto sin ningún progreso. Gracias a estos diálogos lo logramos en cinco meses”.
Quizás lo más importante es que los diálogos han ayudado a crear un sentido de propiedad compartida y responsabilidad para mejorar el acceso de las mujeres indígenas a una atención prenatal de calidad. “Ahora que hemos aprendido a organizarnos, podemos seguir trabajando juntos como comité para garantizar que estas mejoras continúen y se mantengan”, dice Miguelina.
Aurora está de acuerdo. “Desde mi perspectiva como enfermera, veo que la participación de la comunidad es muy necesaria”, dice. “Sin coordinación entre [el sistema de salud] y la comunidad, no es posible brindar servicios de salud de calidad que satisfagan sus necesidades. Los diálogos son innovadores y hemos logrado mucho juntos para promover la salud materna”.