Diálogos comunitarios: Cómo las mujeres indígenas están derribando barreras y transformando la salud materna en Guatemala 

August 24, 2023

Diálogos comunitarios: Cómo las mujeres indígenas están derribando barreras y transformando la salud materna en Guatemala 

La mayoría de las mujeres indígenas en el altiplano occidental de Guatemala prefieren recibir atención prenatal de una comadrona —atención más acorde con sus creencias y costumbres. Pero cuando buscan servicios de salud materna en un centro de salud, como por ejemplo en casos de complicaciones del embarazo, encontrar atención de calidad no es tarea fácil.  

“[Las mujeres de estas zonas] se enfrentan a muchas barreras para acceder a la atención sanitaria en los centros”, explica Aurora, enfermera de un puesto de salud de un pueblo en el departamento de San Marcos. “A veces caminan largas distancias hasta los puestos de salud y cuando llegan se encuentran con barreras lingüísticas y culturales”, ella explica. “No siempre tienen a su disposición los medicamentos o vitaminas adecuados; si les dan una receta, no tienen dinero para comprarla. Todas estas son razones comunes por las que las mujeres no acuden regularmente a los servicios de atención prenatal (APN)”. 

Guatemala - Aurora, a ANC health care worker in San Marcos - sits at her desk going over records in a health center.
Aurora, trabajadora de salud en San Marcos. Crédito: MSH.

Estas barreras ponen en riesgo la vida de las mujeres en Quetzaltenango y San Marcos, donde la mayoría de las mujeres indígenas que sufren complicaciones durante el embarazo comienzan la APN demasiado tarde o no reciben atención continua a lo largo del embarazo. Casi la mitad de los partos ocurren en casa, atendidos por comadronas, y no en centros de salud. En Guatemala, las mujeres indígenas mueren durante el embarazo y el parto a una tasa mayor que el doble del promedio nacional, y casi el 90% de estas muertes maternas se deben a causas prevenibles y/o tratables. 

Para superar estos obstáculos y aumentar el uso de los servicios sanitarios vitales para salvar vidas, hay que empezar por movilizar e involucrar a las comunidades en la identificación de sus propias necesidades sanitarias y en el desarrollo de estrategias locales específicas para mejorar el acceso a la atención de calidad. Para ello, Management Sciences for Health (MSH) está implementando una innovadora intervención participativa en Quetzaltenango y San Marcos a través del proyecto Madres y Bebés Saludables en Guatemala, conocido localmente como Utz’ Na’n. 

En colaboración con el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS) y el socio local PIES de Occidente, el proyecto Utz’ Na’n desarrolló una versión adaptada de la metodología de Diálogos Comunitarios.  

El enfoque cuenta con cuatro etapas: crear un espacio para discusiones consultivas dirigidas localmente con el fin de fomentar la responsabilización local, analizar la calidad de los servicios de salud existentes, identificar y cerrar las brechas en la atención, y trabajar junto con los líderes comunitarios para formular soluciones sostenibles para cerrar esas brechas de atención.  

Desde que comenzó la intervención en septiembre de 2021, más de 400 personas —mujeres embarazadas, madres recientes, suegras y abuelas, comadronas, trabajadores de salud y líderes comunitarios— de 12 comunidades de los dos departamentos han participado en la iniciativa a través de casi 50 grupos comunitarios. 

Hasta ahora, las reacciones de los participantes han sido muy positivas. Mariana, una mujer embarazada del municipio de Tejutla, en San Marcos, actúa como secretaria del comité de mejora de la calidad de su comunidad, que se creó como parte del proceso de Diálogos Comunitarios. Recuerda cómo era tratar de obtener servicios de APN antes de que comenzaran los diálogos. “Antes, los trabajadores de salud no venían a la comunidad a prestar servicios, así que teníamos que ir al puesto de salud, que está muy lejos”, ella cuenta. “Teníamos que caminar una hora y media para llegar. A veces llegábamos y el puesto estaba cerrado [por falta de personal]. Nos resultaba muy difícil, así que no íbamos muy a menudo”. 

Para Mariana, los diálogos representaron la primera vez que —como mujer indígena, futura madre y miembro de la comunidad— se sintió invitada a defender su propia salud. “Las reuniones nos dieron un espacio en el que podíamos opinar sobre la atención que queremos recibir en nuestra comunidad”, dice Mariana. “Aprendí mucho, y no sólo sobre la importancia de acudir a nuestros controles prenatales para asegurarnos de que nuestros bebés nazcan sanos. También aprendí que tenemos derecho a recibir una atención buena y de calidad”. 

“Nuestro centro comunitario está arreglado y ya tiene equipos nuevos. Ahora, las mujeres embarazadas y las madres no tienen que caminar hora y media hasta el puesto de salud municipal; pueden venir aquí para sus controles. Durante muchos años, luchamos por conseguir esto sin ningún progreso. Gracias a estos diálogos, lo conseguimos en cinco meses”.

Miguelina, participante en los Diálogos Comunitarios en Tejutla, San Marcos 

Miguelina, una abuela de 53 años de Tejutla, es la presidenta del mismo comité de mejora de la calidad en el que está Mariana. “Estos diálogos han enseñado a todos la importancia de dar prioridad a la salud en la comunidad, especialmente para las mujeres embarazadas”, ella dice. “Es muy importante que reciban una atención completa y de calidad durante el embarazo, el parto y el puerperio, y yo he aprendido que tengo un papel que desempeñar. Como abuelas, como suegras, podemos ayudar a animar a las embarazadas a participar en estas reuniones y a acudir regularmente a sus revisiones”.

El proceso también ha sido transformador para trabajadores sanitarios como Aurora, quien es de Tejutla y participó en el mismo grupo de diálogos que Mariana y Miguelina. “Sobre todo, esta metodología ha ayudado a la comunidad a organizarse y trabajar en beneficio de su propia salud”, afirma Aurora. Como enfermera, desempeña un papel fundamental a la hora de tender puentes entre el sistema de salud y las comunidades a las que pretende servir. “Estas reuniones nos han ayudado mucho, ya que nos han dado la oportunidad de identificar los retos comunes a los que nos enfrentamos, algo que nunca habíamos hecho o, francamente, ni siquiera considerado antes. Realmente han mejorado la comunicación entre los trabajadores sanitarios y los líderes comunitarios”, Aurora reflexiona.

Una trabajadora de salud modera una sesión de Diálogos Comunitarios con esposos, esposas, abuelas, suegras y comadronas. Crédito: MSH.

El fortalecimiento de estos vínculos entre la comunidad y el sistema sanitario ha sido esencial para mejorar el acceso a los servicios sanitarios en estas zonas, y los resultados han sido tangibles y significativos. Por ejemplo, a través de los diálogos, las comunidades desarrollaron y movilizaron recursos locales de las autoridades municipales para realizar sus planes de mejora de la calidad destinados a actualizar y reparar la infraestructura de los centros de salud —incluida la creación de espacios de consulta privados para mujeres embarazadas, la rehabilitación de letrinas que no funcionaban y la adquisición de nuevos equipos y suministros— en el 80% de los centros de salud comunitarios participantes. Estas mejoras han contribuido a aumentar en un 250% la asistencia a las sesiones de atención prenatal en grupo del proyecto Utz’ Na’n, que ahora pueden tener lugar en estos centros.

“A veces nos resulta increíble ver lo que hemos logrado [a través de este proceso]”, comparte Miguelina. “Nuestro centro comunitario está arreglado, recién pintado y ya cuenta con nuevos equipos para atender a las mujeres embarazadas. Ahora, las mujeres embarazadas y las madres no tienen que caminar una hora y media hasta el puesto de salud municipal; pueden venir aquí para sus controles dos veces al mes. Durante muchos años, luchamos por conseguir esto sin ningún progreso. Gracias a estos diálogos, lo hemos conseguido en cinco meses”.

Quizá lo más importante es que los diálogos han ayudado a crear un sentimiento de propiedad compartida y de responsabilidad para mejorar el acceso de las mujeres indígenas a una atención prenatal de calidad.

“Ahora que hemos aprendido a organizarnos, podemos seguir trabajando juntas como comité para garantizar que estas mejoras continúen y se mantengan”, afirma Miguelina.

Aurora está de acuerdo. “Desde mi perspectiva de enfermera, veo que la participación de la comunidad es muy necesaria”, ella dice. “Sin coordinación entre [el sistema sanitario] y la comunidad, no es posible prestar servicios de salud de calidad que satisfagan sus necesidades. Los diálogos son innovadores, y juntos hemos conseguido muchas cosas para avanzar en la salud materna”.